sábado, 21 de marzo de 2009

Más que una experiencia, un objetivo


Me disponía a escribir sobre un viaje que me hubiera aportado una experiencia de índole cultural hasta que me he dado cuenta de que no tengo memoria de tal. Viajar, he viajado, pero cuando lo he hecho ha sido de forma programática, turística y con pocas perspectivas de ver la otra cara de la moneda, es decir, de no quedarme con la imagen predefinida de los lugares. Una visión, supongo, que normalmente se rompe cuando uno ahonda en un país, se mezcla entre sus gentes y descubre los verdaderos valores que se han ido construyendo a lo largo de generaciones.

Lamentablemente, como ya les digo, no puedo hablarles de ninguna aventura al extranjero de la que me sienta plenamente orgulloso, más si tenemos en cuenta que son contadas las ocasiones en las que he abandonado el país. De todas maneras sí que les puedo hablar de un sueño, un objetivo que está en mi mente desde que era un crío y que confío en que un día se materialice: viajar a Japón. Más allá de que me gusten la cultura manga y los videojuegos, santo y seña del país del sol naciente, mi atracción hacia ese lugar responde a un interés particular mucho más amplio que incluye, entre otros factores, la cultura, la historia, la lengua y los códigos sociales de los japoneses. También añadiría la religión en este apartado, no como fascinación, sino como motivo de estudio por la influencia que genera en el modus vivendi de las personas.

Es por eso que regularmente visito http://flapyinjapan.com/, un blog reconvertido a página web muy recomendable que narra la vida de un madrileño que desde hace años vive en Japón por motivos de trabajo. Tal y como apunta su autor, David Esteban, esta bitácora nació con la humilde intención de informar a familiares y amigos de los sucesos que le acontecían en tierras lejanas, y ha resultado ser todo un éxito en la red. Personalmente, debo decir que me interesa mucho el blog ya que supone la mirada a una nación diametralmente opuesta bajo el prisma de un hombre que comparte nuestro estilo de vida. Es, para que nos entendamos, una muestra perfecta de lo que comporta ser un pez fuera de la pecera y tener que adaptarse al nuevo medio. Así, en el blog encontraremos descripciones de parajes, fiestas, exposiciones, tiendas e incluso personas, sin caer en el fetichismo idealizado propio de las agencias de viajes, aunque, paradójicamente, este blog cuente con publicidad.

En lo concerniente a mí, les diré que, sí, que me encantaría perderme por Akihabara, ver de cerca el monte Fujiyama o acercarme al mercado de Tsukiji, el más espectacular del mundo. O, bien, gustaría de visitar los viejos templos de Kyoto, comprobar si el Gran Buda de Kamakura es tan grande como comentan o, ya que estamos puestos, de poner a prueba las bajas temperaturas de Hokkaido en un recorrido por la isla más septentrional del país. Sin embargo, esto no sería más que un viaje al uso, de mucho gusto pero no muy diferente a los referidos al inicio del post. Lo realmente interesante sería hacer como David Esteban, peregrinar a Japón el tiempo suficiente para aprender el idioma, hacer amigos y descubrir la cara oculta del país, tanto la buena como la mala (aquí incluyo los Hikikomori, por supuesto). Entonces, y sólo entonces, cambiaría mi percepción, la imagen infundada o los prejuicios que pueda tener del lugar. Estaríamos volviendo, pues, al concepto de viaje iniciático comentado en el post anterior.

Antes de que un día pueda cumplir tal objetivo, si es que realmente lo logro, sólo me queda aguardar. Esperar mientras observo la visión occidentalizada de Sophia Coppola en Lost in Translation (que me gusta mucho pero no deja de ser eso), el esnobismo de Isabel Coixet con el país nipón o, por el contrario, al revés; con la imagen japonesa de un autor occidentalizado, Haruki Murakami. Hasta otra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario